El colombiano y el Estado-fobia

Tomado de G. Espinosa, "Espigando en la ética" (Ensayos completos II, 2002)

"Probablemente, el colombiano no ha "descubierto" del todo la noción de Estado. De allí que ignore que al dañar al Estado se daña a sí mismo. En casos numerosos, no resulta capaz de distinguir entre el Estado y cualquiera de los tres poderes públicos; ni a estos últimos entre sí. Cuando, en 1985, cierto grupo de fanáticos atacó a sangre y fuego nuestra Corte Suprema de Justicia –la cual se hallaba a punto de proferir un fallo de amnistía en favor de ellos–, lo hizo porque, sin duda, creía vulnerar un brazo del gobierno.  [...] Tales vandalismos se explican sólo como acciones en contra de ese ser misterioso conocido como Estado, de ese espantajo omnipresente, de ese fantasma que nos oprime. 

[...]

Lejos de constituir un –así fuera remoto– ejemplar de ciudadano, el colombiano conforma, sin saberlo, un desordenado espécimen del anarquismo, del antagonista del orden, del aliado del caos. [...] Tenemos el convencimiento de que en Colombia se libra una guerra de fuerzas oscuras contra el Estado y no contra nosotros, porque no nos sentimos parte del Estado.  Actitud semejante nos coloca en el papel de testigos neutrales de una guerra que tiene lugar en la totalidad de nuestro territorio nacional. Testigos neutrales, pero disfrazados de optimismo, vestidos de palomas y llevando en los labios dos de las palabras con menos sentido entre las que posee el lenguaje humano: la palabra paz y la palabra esperanza." 



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