El 16
de septiembre de 2015, casi ocho años después de su desaparición, el escritor Germán Espinosa nos ha convocado a sus
críticos y lectores en el auditorio de la Universidad del Norte en
Barranquilla, Colombia, para hablar de su vida y de sus obras. Se trata sin
duda del Primer Coloquio dedicado al autor de La tejedora de coronas. Ha sido organizado por el profesor Orlando
Araujo Fontalvo en el marco del III
Congreso Internacional de Literatura.
Resumiré aquí las ponencias de los
especialistas en su obra. Las escuché todas. Procuraré ser fiel a lo que
dijeron:
Orlando Araújo Fontalvo (Universidad del Norte), “De la nación católica y otras perversiones. Una aproximación al erotismo en los cuentos de Germán Espinosa”.
Antes de su tesis doctoral, en un ensayo de 2012, Orlando Araújo Fontalvo advirtió un rasgo muy interesante en la biografía intelectual de Espinosa. Observó que el hecho que desencadenó el interés por nuestro escritor fue la lectura atenta que el sacerdote jesuita Marino Troncoso, director del departamento de Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, hizo de La tejedora de coronas (1982). Aquello significó, en palabras suyas, “la absolución, la redención para quien, hasta entonces, había sido visto como una especie de anticristo literario.”[3] En adelante, según Orlando, Espinosa se legitimó dentro de la academia universitaria. No por ese rasgo de redención, sin embargo, Orlando exculpa al catolicismo de ser el principal objeto crítico en la cuentística de Espinosa. Eros a contraluz (2015), su tesis doctoral, se estructura bajo la idea de que Espinosa concibió el erotismo como una especie de transgresión contra un clero y una burguesía que restringían la sexualidad a cambio de exaltar una cultura de la muerte. Por eso, para Orlando, el erotismo de Espinosa es un canto de vitalidad y una crítica contra el poder.
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Carmen Elisa Acosta
(Universidad Nacional, sede Bogotá): “Estrategia
y narrativa en Germán Espinosa”
Para
Carmen Elisa Acosta, con mucha razón, Espinosa no es solamente un escritor
“caribeño” si en su corpus hay cuando menos tres novelas bogotanas: La lluvia en el rastrojo, La tragedia de Belinda Elsner y Los ojos del basilisco. Para esta
última, en especial, Carmen Elisa encontró muy aplicable una frase de Borges:
“las historias son siempre las mismas, sólo cambia el narrador”. Porque en Los ojos del basilisco, en efecto,
Espinosa narra un episodio histórico muy comentado de mediados del siglo XIX en
Bogotá, el fusilamiento del Dr. Russi, pero cambiando de enfoque. Espinosa
descubre el mecanismo del chivo expiatorio en los políticos liberales y
conservadores. No sólo cuestiona la historiografía oficial; también
desestabiliza el presente. O en palabras de Carmen Elisa: “el valor de la
novela frente a la conciencia histórica está precisamente en esta posibilidad
de construir un mundo coherente en el cual se encuentra una fractura
fundamental que permite al lector detenerse y cuestionar su relación con el
pasado.”[1]
César Valencia
Solanilla (Universidad Tecnológica de
Pereira): “Variaciones sobre la estructura en la cuentística de Germán Espinosa”:
De Cesar
Valencia Solanilla ya había leído un estupendo ensayo sobre La balada del pajarillo (2001), la
antepenúltima novela de Espinosa.[2]
Ahora he vuelto a escucharlo repasando los libros de cuento de Espinosa: La noche de la trapa (1965), Los doce infiernos (1976), Noticias de un convento frente al mar
(1988), El naipe negro (1998) y Romanza para murciélagos (1999). En semejante
corpus cuentístico de Espinosa, según
Valencia Solanilla, hay siempre una idea para plantear o discutir, más allá de
la simple anécdota, lo que lleva el lenguaje espinosiano a ser muy elaborado,
es decir, a presentar una variada gama de posibilidades expresivas. Así, de
acuerdo con Valencia Solanila, la literatura de Espinosa dialoga con la
cultura, la cuestiona, la vuelve de un lado para otro.
Juan
Moreno Blanco (Universidad del Valle), “El intertexto en Los cortejos del diablo y Del
amor y otros demonios”.
Juan
Moreno Blanco (su nombre es todo un oxímoron) deslizó en su conferencia varios
datos curiosos, como el de que García Márquez se inspiró, para su novela Del
amor y otros demonios (1994), en Los
cortejos del diablo (1970) de Espinosa. Para Moreno Blanco, Los cortejos del diablo es una de las
primeras novelas colombianas en romper y abrir un pasado que parece clausurado
y concluido, el de la Inquisición cartagenera. Espinosa hace aparecer desde
luego a un personaje real, Pedro Claver, el santo de los esclavos, y al mismo
tiempo a uno imaginario, Lorenzo Spinoza, espectro del filósofo Baruch Spinoza,
que por esos años –1650– seguramente negociaba desde Ámsterdam con sefardíes
del Caribe. Espinosa se enfrenta con la historiografía oficial, la vuelve de un
lado para otro, la cuestiona, la hace presente. Y el profesor Juan Moreno
Blanco pone a Espinosa por encima de muchos novelistas colombianos, no sólo por
la calidad de su lenguaje, sino porque se aleja de la mirada estrecha,
homogénea y endógena de novelistas demasiado autorreferenciales, “ciegos y
sordos al crisol de culturas, historias y memorias”.[4]
Manuel Silva Rodríguez (Universidad del Valle): “De hechiceras y
brujas: inquietudes sobre la configuración de una idea de mujer en las
ficciones históricas de Germán Espinosa.”
Manuel
Silva Rodríguez hizo su tesis doctoral en la Universidad Autónoma de Barcelona.
La tituló Las novelas históricas de Germán Espinosa (2008). En ella ya
acusaba un marcado interés por los personajes femeninos de Espinosa, que sin
duda defienden la habilidad y la inteligencia de la mujer. Sus apuntes se
enfocaron en proponer que el agente transgresor, en el mundo espinosiano, suele
ser siempre una mujer: Catalina de Alcántara y Rosaura García en Los cortejos del diablo; Genoveva
Alcócer en La tejedora de coronas,
sin olvidar a Aspálata en El signo del
pez. Ellas perturban el mundo machista; cuestionan la autoridad oficial y,
sobre todo, erotizan –elastizan– la
rigidez mental de cualquier forma de pensamiento.
Guillermo Ortega (Universidad del Atlántico), “Brujería,
cimarronismo e inquisición en Los
cortejos del diablo”.
Se apoda Guillermo Tedio, pero no produce nada de tedio. Al
contrario, Guillermo animó su ponencia citando extractos de Los cortejos del diablo, en donde
Espinosa sorprende por su dominio de las formaciones discursivas de la negrería
y de la hechicería y, por supuesto, de la escatología de la picaresca española:
“Y las brujas bajaron
y alzaron el cuerpo monumental del Inquisidor por los aires impregnados de
azufre, para conducirlo a Tolú, tierra del bálsamo, donde por toda la eternidad
habría de besar a Buziraco -el espíritu de Luis Andrea- su salvohonor negro y
hediondo. […] “-¡Zopenco de mí, que un día me vi en sueños Papa de Roma! ¡Bien
merecido lo tenía ! ¡Güevón de mí... !”
Al
final de su ponencia, además, Guillermo Tedio deslizó la idea de que en Los cortejos… efectivamente Espinosa
parodiara una escena de Cien años de soledad: la de Remedios la Bella ascendiendo al cielo.
Sebastián Pineda Buitrago (El Colegio de México): "Ensayo y autobiografía en Germán Espinosa: un novelista de ideas".
Mi ponencia fue muy polémica. Sostuve que Espinosa era demasiado escritor para haberle rendido tanta servidumbre a la novela. Tenia demasiado que decir sobre el cuerpo de una mujer; sobre un balcón o el patio de una casa (aquí recuerdo, por ejemplo, el comienzo de Cuando besan las sombras). Sus novelas se le obturaban por exceso de material, aunque en La tejedora de coronas encontró la fórmula genial para dar fluidez a esa espesa materia de escritor: el poema en prosa de largo aliento. Las demás novelas pueden ser, pues, ensayos.
[1] Carmen Elisa Acosta
Peñaranda, “De la conjetura histórica a Los
ojos del basilisco”, en Germán
Espinosa. Señas del amanuense, ed. de Cristo Rafael Figueroa, Luz Mary
Giraldo, Carmen Elisa Acosta, Editorial Pontificia Universidad Javeriana,
Bogotá, 2008, pp. 235-246, p. 240.
[2] Véase César Valencia
Solanilla, “Los misterios de la diosa blanca en La balada del pajarillo”, en Germán
Espinosa. Señas del amanuense, ed. de Cristo Rafael Figueroa Sánchez, Luz
Mary Giraldo Bermúdez y Carmen Elisa Acosta Peñaloza, Editorial Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, 2008, pp. 293-300.
[3] Orlando Araujo Fontalvo,
“Las contingencias del valor en la dinámica de los discursos institucionales.
El caso de Germán Espinosa”, en Nostalgia
y mito: ensayos de crítica literaria, Universidad del Norte, Barranquilla,
2012, p. 25.
[4] Juan Moreno Blanco, Novela histórica colombiana e historiografía
teleológica a finales del siglo XX, Universidad del Valle Programa
Editorial, Cali, 2015, p. 110.
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